Puede vivir en cualquier ciudad a lo largo del país, pero prefiere el sur. Le acomodan sus nubes, grandes y oscuras que albergan la posibilidad de que ella se luzca con todo esplendor.
Observa el amanecer, el ocaso, la noche y el día y es feliz de poder ayudar a que el campo se mantenga verde gracias a su caridad, la que se expresa cuando se le da la gana.
Cuando está contenta, los días amanecen con un sol radiante, las aves vuelan por el cielo y los niños juegan en los parques. En cambio, cuando en su corazón hay tristeza, abre sus brazos y deja caer su llanto en medio de la ciudad, sin importarle dejar damnificados, calles inundadas y superávit de lluvia.
Caprichosa y fuerte, en el sur se le quiere, mientras que para el norte se le extraña, lo que sin duda, hace aumentar su ego.
Necesaria cuando hay cosecha, smog y sequías, no aguanta súplicas ni rituales para hacerla aparecer, ella cae cuando quiere, cuando le es necesario verter sus húmedos cabellos sobre los verdes pastos para regalar alegrías a todos aquellos que disfrutan caminar mirando el cielo y pensar quién es la que envía esas gotas que caen lento, pero seguras hacia el suelo.
0 comentarios:
Publicar un comentario