- La postura del país asiático respecto de la situación por la que atraviesa Alberto Fujimori, a pesar de ser solapada, expresó un claro matiz al mostrarse dispuesta a respetar la decisión de la justicia chilena ante el fallo de extradición del ex Presidente a Perú.
Por: Natalia López Zamorano.-
A dos años del arribo a Chile del ex Presidente peruano, Alberto Fujimori, el desenlace de la historia judicial que parecía no acabar, tuvo término el pasado 21 de septiembre al conocerse la decisión unánime de la segunda sala de la Corte Suprema de nuestro país, de extraditarlo a Perú para ser procesado por cinco cargos de corrupción y dos de Derechos Humanos, de un universo total de trece causas.
De esta manera, parece haber dado resultado la estrategia realizada por Fujimori al aprovechar un viaje a la Cumbre del Foro de Cooperación del Asia Pacífico (Apec), en Brunei y asilarse en Japón, enviando un fax con su renuncia al cargo de Presidente, como respuesta a las denuncias que se le imputaban en Perú, entre las cuales se encontraban la posible autoría intelectual de las masacres de Barrios Altos y de la Universidad de La Cantuta, atentar contra los Derechos Humanos y el descubrimiento de una red de corrupción liderada por su ex asesor, Vladimiro Montesinos.
Lo anterior cobra sentido si se toma en cuenta que, Alberto Fujimori, luego de permanecer en Japón, quiso regresar a Perú, escogiendo a Chile como territorio para tener un juicio de extradición, debido a la confianza que le daba la justicia de nuestro país, pues su objetivo fue disminuir la amplia gama de cargos que existían en su contra, y lo consiguió.
Japón y Fujimori
Tras cinco años de estadía en Japón y generando redes de influencia en ciudadanos y amistades que lo apoyaron en su candidatura a la Cámara Alta de ese país, Fujimori no cumplió las expectativas de voto, pero sí consiguió cierta simpatía con el gobierno nipón, aunque nunca logró de manera definitiva convertirse en un eje central dentro de la política de ese país, hecho que quedó demostrado al momento en que Chile firma el Tratado de Libre Comercio con Japón el 3 de septiembre recién pasado, pues “si realmente fuera más importante que el convenio económico, el gobierno japonés habría ejercido una presión más abierta”, según declaraciones de Kazuo Ohgushi, miembro de la “Red Japonesa por un juicio a Fujimori”.
Este hecho, se reafirma con la nula cobertura de la extradición de Fujimori, por parte de los medios de comunicación japoneses, preocupados en ese entonces, de su política interna, la que se encontraba en pleno proceso de sucesión del Primer Ministro.
Por otra parte, tanto Chile como Japón, en el marco del TLC no abordaron el tema de Fujimori, pues a pesar de haber existido instancias de diálogo entre autoridades de ambos países, “la palabra Fujimori no se ha mencionado en ninguna de las reuniones”, según comentó Alejandro Foxley, Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, durante su estadía en el país asiático.
A su vez, su homólogo japonés, Nobutaka Machimura, aseguró que si bien Fujimori es un ciudadano nipón, el Gobierno de su país, “no tiene absolutamente nada que decir sobre la decisión de la justicia chilena", confirmando la postura de esa nación de no apoyarlo más allá de lo meramente necesario y su respeto por el fallo de la Corte Suprema chilena.
De esta manera y considerando el fuerte componente valórico que marca la cultura japonesa, la estadía de Fujimori en territorio chileno y su posterior extradición a Perú, marcó sólo un tema judicial para Japón, pues éste no lo respaldó bajo ningún prisma y siempre, por momentos más claros que otros, mantuvo una actitud de bajo perfil, un tanto al margen y acatando la resolución de la Corte Suprema chilena al considerar culpable a Fujimori por siete causas. Así, se concluye que Japón, país que albergó a los padres del ex mandatario peruano, rechazó cargar con un peso que no le correspondía, pues Fujimori, se quiera o no, no es modelo a seguir.
1 comentarios:
Buen trabajo buenas citas
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